Fundamentos de la práctica 2: La postura

Hoy les hablaré un poco de la postura y del porqué es importante para la práctica del mindfulness. Nuestro cuerpo y nuestra mente están íntimamente ligados y normalmente la consistencia de nuestro cuerpo puede influir en nuestras habilidades mentales.
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Por eso es que trataremos el tema de la postura como otro de los fundamentos de la práctica del mindfulness. De esta manera podrás tener claros todos los elementos que necesitas para poder hacer que tu práctica tenga los resultados que buscamos.
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Recuerda, en los momentos difíciles nuestra mente TIENE QUE SER NUESTRA ALIADA, no nuestra enemiga.
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Aquí tienes el video para la practica corta de mindfulness en el sonido.
https://www.youtube.com/watch?v=xDX9TY8nmlg&t=1s
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Resumen del vídeo

En el último vídeo empezamos a hablar de los fundamentos del mindfulness, la actividad de entrenar la atención plena y de hacernos conscientes de nuestros propios pensamientos.

Esta habilidad, el poseer atención plena se ha convertido en un factor realmente importante, tanto para mí mismo como para relacionarme con el mundo. Siguiendo de modelo de J. Gross o las palabras de varios gurús del mindfulness, como Tony Robins, la atención es un elemento fundamental para la gestión emocional.

Sólo con atención plena podemos ser conscientes de qué información estoy recibiendo del exterior y de cómo estoy procesando esa información. Si no soy capaz de hacerme consciente de esta labor, inevitablemente nos veremos desbordados por nuestras emociones.

El ancla con el presente

La idea fundamental que el Doctor Paul Pozuelos compartió con nosotros en el último vídeo fue el ancla. El ancla es cualquier elemento que establezcamos como recordatorio de que estamos en el aquí y el ahora. Es aquel agarre que nos va a mantener nuestra mente fija en un único punto de atención y, sobre todo, va a ser el la mancuerna que va a ayudarnos a fortalecer nuestra atención plena.

Un ancla puede ser cualquier cosa que establezcamos como tal. No tiene que ser siempre un mandala o una peonza. Los grandes meditadores budistas y los yogging (practicantes asiduos de yoga) hindúes, a la hora de meditar, se valen de la atención a su respiración para anclarse en el momento presente.

Esto es, sino, prueba viviente de lo poco que se necesita para desempeñar la práctica del mindfulness. De lo poco que te exige y de lo mucho que tiene que aportarte.

La importancia de la postura adecuada

Hoy, Paul Pozuelos viene a hablarnos del segundo fundamento del mindfulness: la postura. Muchos que se atreven a adentrarse en las aguas de la metacognición fracasan a causa de la postura. No podemos meditar de cualquier manera. Colocarnos en una posición adecuada es imprescindible.

Nuestro modo de vida nos hace asociar la relajación con el sueño. Para meditar hay que estar relajado, pero esta no es la finalidad que buscamos. Relajarnos es solo un efecto colateral de todo lo que nos ofrece esta maravillosa práctica. Por ello, muchos intentos de meditar quedan frustrados porque el meditador cae dormido.

La postura correcta para ideal no es, necesariamente, sentarse en flor de loto bajo un árbol. Debemos estar rectos, erguidos; pero nunca cómodos, como el árbol más senecto árbol.

¿Cuál es la postura correcta, entonces, para meditar? Cruzar las piernas, extender los brazos o hacer variados mudras (distintos símbolos que hacemos con las manos durante esta práctica) no tiene tanta relevancia como estos factores:

  • Mantener la espalda recta. Cuando no prestamos atención, echamos la espalda hacia adelante; cuando la prestamos, nos ponemos alerta y erguimos el cuerpo. Por ello, nunca debemos de apoyar la espalda. Esto deriva en el adormecimiento. El posible poner recta la espalda sin necesidad de respaldos y nos mantendrá más atentos.
  • Los hombros levantados. Cuando echamos los hombros hacia adelante nos encogemos, nos cerramos para protegernos del exterior. La meditación busca que estemos abiertos a todo aquello que el mundo tiene para ofrecernos, por ello debemos de tener una postura acorde a esta actitud.
  • Las manos apoyadas en los muslos. Con ello, dejamos las manos apoyadas. Sabemos que están ahí, que no van a moverse. Las manos son una metáfora de lo que estamos haciendo con nuestros pensamientos, al tiempo que un recordatorio.
  • La cabeza levemente agachada. La clave está en que la columna se quede recta, puesto que esta es su forma natural. Siguiendo las inclinaciones naturales de la columna, la espalda recta y la cabeza inclinada respeta esta forma que la naturaleza le ha concedido.

Esta postura podemos adoptarla de pie, sentados o tumbados. Sin embargo, para los meditadores con poca experiencia se recomienda que practiquen sentados, puesto que necesitan aún experiencia haciéndose conscientes de los vaivenes que se gasta nuestra mente.

Anclado a mi postura

Así, aprender a adoptar la postura correcta para meditar es importante, porque puede ser el ancla que nos ate al presenta, a nuestra mente consciente y, sobre todo, a nuestra meta, que es vivir de manera más plena.

Paul Pozuelos termina el vídeo con un breve ejercicio meditativo que podemos aprovechar para poner en práctica esta y todas las enseñanzas que está compartiendo ¿A qué esperamos entonces para adentrarnos en el mundo del mindfulness?

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