La atención, la gran olvidada de nuestro sistema educativo.

No puede haber algo más desafortunado que esto en la era de la información. Como explicábamos en el post anterior, el mundo moderno nos plantea un entorno en el que constantemente estamos bombardeados por información.

Incluso las mismas herramientas que se crearon como un instrumento para aumentar la eficacia en el trabajo (los ordenadores) se han convertido en una fuente de distracción que promueve la procrastinación.

Evidentemente, la habilidad de manejar y regular la influencia que esta estimulación tiene sobre nosotros es inseparable a una de las más importantes habilidades mentales que tenemos: La Atención.

Ya son muchos los estudios científicos de la psicología y la neurociencia cognitiva que demuestran que la atención es un proceso ladrillo, es decir, que sobre este proceso mental se construyen procesos de pensamiento y habilidades superiores, como el razonamiento, el pensamiento abstracto, la inteligencia y la regulación emocional.

Acompáñame en este ejemplo que te voy a ilustrar: Recuerda cuando eras niño y asistías a clase. 

Los retos mentales que se nos presentaban en aquel entonces no son tan distintos a los de ahora: para poder prestar atención tenías que ser capaz de evitar la distracción de los demás niños que querían hablarte mientras el profesor daba clase, o evitar irte tras los pensamientos de que podías hacer para que la niña que te gustaba te pusiera atención, o evitar el impulso de sacar las galletas preferidas porque tenías antojo, evitar que las emociones que salían por la pelea que tuviste con tu hermana no te sobrecogieran o la distracción que causaban las ganas que llegara el recreo para ir a jugar al fútbol, etc. 

Esos años maravillosos…

Ahora imagina que a esos retos les agregamos el chat de Whatsapp donde los amigos están comentando el partido de ayer, o las cuentas de Instagram donde queremos ver cuántos comentarios tenemos, o el juego de rol que tenemos en el móvil que no podemos dejar de jugar para no perder fuerza, etc.

Todas esas distracciones nuevas, que no teníamos en nuestra época, están a la mano en un elemento tan pequeño que se puede esconder y sacar en cualquier momento en el que nuestros niños tengan el impulso de verlo. 

¿No te parece que prestar atención ahora es más difícil que en nuestra época de estudiantes?

Es por eso que los profesores de ahora deberían de ser considerados unos superhéroes. Deben ingeniárselas para poder ser lo suficientemente amenos y “emocionantes” para competir con todos los demás estímulos para ganar la atención de sus estudiantes.

Pero, ¿por qué tienen que competir por la atención de los estudiantes? ¿no sería más fácil si pudiéramos ayudar a que sean los mismos estudiantes los que fortalezcan su capacidad de prestar atención? Si vas con tu niño a caminar en un campo de rosas, es mejor ponerle los zapatos en lugar de ir delante de él cortando las rosas.

Y eso es precisamente lo que nos están demostrando las últimas investigaciones en neurociencia: es posible entrenar las habilidades mentales, especialmente la atención.

Nuestros propios estudios, y los de distintos laboratorios alrededor del mundo, han demostrado que con técnicas tan sencillas como el mindfulness o a través de ejercicios de ordenador, podemos ayudar a que los niños fortalezcan esas capacidades de control y regulación de la atención.

Los niños que participan en estos programas muestran mejoras a nivel cognitivo donde podemos ver en muchas ocasiones, una mejora en las puntuaciones de inteligencia, atención y las funciones ejecutivas.

También se han observado mejoras en el aula, que resultan en ambientes más conductivos para el aprendizaje, una reducción del acoso escolar y de los problemas entre los niños y mejoras en la regulación emocional de los estudiantes. 

Y lo mejor de todo es que no es necesario cambiar por completo la forma en la que se imparten las clases. Con tan solo introducir dinámicas muy simples o herramientas tecnológicas seremos capaces de fortalecer estas habilidades en nuestros niños.

Imagina contar con esas herramientas en tu aula… ¿cómo cambiaría tu día a día como maestro? ¿te sentirías más productivo y realizado? ¿con más ganas de continuar en tu trabajo?

Por esta razón creemos que es importante hacer una labor de divulgación de la investigación para que tanto docentes como los propios sistemas educativos conozcan la existencia de esos métodos, y comprendan que realmente es posible entrenar esas habilidades en nuestros niños y darles las herramientas para tener una vida más exitosa y feliz.

Y quién sabe, a lo mejor así lograremos reducir los índices de diagnósticos erróneos de TDAH… ¿un sueño?

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